La letra es un signo particular, sencillo en su trazo, pero
complejo en su significado y profundo en su historia. La letra en su origen fue
la representación de algún objeto tangible, la observación de la realidad para
llevarla al plano de la representación y plasmarla en algún soporte. En ese
momento histórico, solo eran formas que buscaban simplificar la comunicación
entre comunidades.
Esos primeros trazos estaban referidos a objetos
específicos, pero eran inadecuados para expresar abstracciones, o bien para
crear documentos de orden superior, de mayores complejidades.
Para resolver esas necesidades, la evolución de los signos
derivó en formas de escritura más simples en la forma, pero más expandidos en
el significado. Cada grafismo se fue desprendiendo del significante del que
había adquirido su aspecto formal para articularse con otros grafismos y,
construir entre ellos, nuevos conceptos que estaban más allá de las formas
básicas perceptibles e inmediatas.
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